Tremenda decepción para los 2.000 aficionados del Getafe desplazados al Villamarín
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La afición del Getafe sabía que estaba ante una cita muy especial. El partido de la temporada para los del sur de Madrid se jugaba en el Villamarín y los seguidores azulones respondieron de la mejor manera posible: más de 2.000 se cruzaron la mitad de la península y viajaron a Sevilla para apoyar a su equipo en la lucha por lograr la ansiada permanencia.
Los goles de Jony para el Sporting y Pablo Hernández para el Rayo añadían más tensión si cabe a la lucha por evitar el descenso, pero el Getafe no se precipitó e intentó madurar el encuentro poco a poco a sabiendas de que dependía de sí mismo.
Aún así, los minutos pasaban y los de Esnáider, al borde de la histeria durante todo el partido, adelantaban líneas poco a poco para tratar de llegar con más peligro a la portería de Dani Giménez. Los comenzaban a llegar. Jugadores, cuerpo técnico y afición sabían que los dos rivales en la pelea por no descender estaban ganando, y las prisas llegaron al Villamarín.
Tremenda decepción para los 2.000 desplazados
El gol no llegaba y en el minuto 56 el sueño se convirtió en pesadilla. Jarro de agua fría para el Getafe y para sus más de 2.000 aficionados desplazados con gol de Pezzella a centro de Joaquín que adelantaba a los locales.
Los del sur de Madrid no mostraron apenas reacción a este duro golpe, y sabían que la permanencia se les había puesto cuesta arriba pese a depender de sí mismos. Y tampoco ayudó Gil Manzano, que pitó un penalti inexistente sobre Musonda que Rubén Castro convirtió en el 2-0. Los jugadores azulones no se lo creían y protestaron muchísimo, y a raíz de eso el encuentro se endureció muchísimo.
Los aficionados madrileños enmudecieron y los béticos celebraban un triunfo que le daba la permanencia al Sporting, club amigo de los sevillanos. Tras 12 años en la élite del fútbol español, el Getafe vuelve a Segunda tras una derrota muy dolorosa en el Villamarín.